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Stonewall Inn

Madrugada del 28 de junio de 1969, Stonewall Inn, New York

Estoy sentado en la barra del bar, pero mi mente vaga ausente por la sala. A mi lado, un compañero me sonríe con picardía mientras asegura que hoy será una gran noche. Son la 1:15 de la madrugada y el establecimiento está abarrotado de gente. Clavo mi mirada en la pista de baile donde unos prostitutos se mueven al ritmo de la música. Al respirar, un fuerte olor a sudor y humedad me invade los pulmones. Este pequeño bar de Greenwich Village es uno de los pocos lugares en donde nos dejan reunir en estos tiempos de desigualdad. 

De repente, el ambiente se rompe y entran cinco policías armados gritando que nos pongamos en fila con la documentación a la vista. Todo pasa muy deprisa y el desconcierto impregna las paredes del local. Hay gente que intenta huir por las ventanas, pero el Escuadrón de la Moralidad Publica les impide el paso. Las luces se encienden y la música cesa dejando paso a murmurios de preocupación. Las agentes piden a los hombres vestidos de mujer que se quiten su ropa para poder comprobar su sexo, pero estas se niegan. Otros clientes deciden no mostrar la identificación al cuerpo. Los policías, ante estos actos de insurrección, empiezan a arrestar a los presentes. Justo detrás de mí, oigo a una travesti forcejear con una agente, esta acaba respondiendo con un porrazo en el costado derecho. A los que no nos esposan, nos dejan salir del bar, pero en vez de marcharnos de la zona rápidamente, nos quedamos en la entrada. La indignación nos recorre las venas y la ira chispea en nuestros ojos. En pocos minutos, una cincuentena de personas se han congregado en la calle. Uno de los manifestantes grita, "¡Poder gay!" y alguien empieza a cantar We Shall Overcome . Nosotros, aún con el miedo en el cuerpo, nos dejamos llevar por la emoción del momento y le seguimos. Un policía agrede a una mujer que canta, y es entonces cuando se inicia el caos. Vuelan monedas y latas de cerveza. Algunos presos consiguen zafarse de las garras de los agentes y se unen a la manifestación. Desde mi posición veo como entran coches policiales con refuerzos para intentar contener los disturbios. Para su desgracia, no son suficientes para calmar la masa que se ha formado. Los policías acaban por recular y se escabullen mientras intentan dispersar la aglomeración en vano.

Hoy hemos vencido e inconscientemente hemos perdido el miedo a la represalias. La excitación de los últimos 40 minutos nos han hecho ganar confianza. Salimos ilesos de esta redada, pero nos queda un largo camino hacia una sociedad sin discriminación. Gritando con orgullo lucharemos por un mañana mejor. No se hacia dónde llegará esta causa, pero estoy dispuesto a pelear.


En honor a todxs lxs valientxs que se rebelaron contra la “Nación de los Libres” infestada de derechos rotos y prejuicios sin sentido.